El atún rojo es un animal en constante estado de migración alrededor de los grandes mares y bastos océanos de todo el mundo, pero existen dos lugares donde se puede encontrar atún rojo durante todo el año. Uno está en España y el otro en Japón.
Estos dos lugares separados por 15.000km de distancia, por sus circunstancias geográficas son perfectos para que los atunes se encuentren como en casa y no necesiten migrar. Dos lugares con fuertes corrientes, temperatura perfecta y abundante alimento. Uno es el Estrecho de Tsugaru, entre la isla de Hokaido y la isla principal de Japón, con 19km de distancia y 200m de profundidad. El otro es el Estrecho de Gibraltar, entre España y Marruecos, con 14km de distancia y una profundidad de 900m. Observando estos dos lugares en un mapa sorprende la similitud entre ambos sitios. Los dos tienen un amplio golfo, los dos tienen una pequeña isla en sus ciudades más limítrofes, Tarifa en el de Gibraltar, y Ōma en el de Tsugaru.
El atún rojo del Estrecho de Tsugaru es el más preciado entre los expertos, no en vano tiene identidad propia, se le conoce como Hon-maguro. De aquí han salido los ejemplares que han batido los records de venta por su precio. El último se vendió en 2019 por 2,7 millones de euros.
Pero estrategias de comunicación y marketing aparte, lo cierto es que tanto Ōma como Tarifa son dos ciudades unidas por la tradición de la pesca del atún rojo como ninguna otra en el mundo. En JC Mackintosh reconocemos y valoramos lo afortunados que somos de vivir en un lugar tan especial y de trabajar con un producto tan valorado por su lomo bajo o lomo blanco, lomo alto o lomo negro y otras partes del animal. Por eso tenemos a Ōma como referente del buen hacer y hemos viajado hasta allí para aprender de los mejores cómo hacer bien las cosas para que, al igual que ocurre con el atún rojo de Ōma, el atún rojo más valorado de Europa sea el atún rojo salvaje de Tarifa. Esto garantizaría el éxito manifestado en dos preciosos resultados, por un lado una economía más rica en la zona y por otro lado la perpetuidad de la especie. Ambos aspectos son difíciles de conseguir pero muy fácil de destruir, como ya hemos visto en la reciente desaparición del voraz, raza de la familia del besugo y endémica de la zona.